sábado, 4 de mayo de 2013

Texto sobre Historia de la comunicación


Raymond Williams y la Historia de la comunicación
Ficha de cátedra elaborada por la Dra. María Marta Luján

Los estudios culturales ingleses incluyen pensadores como Raymond Williams, E. P. Thompson, Stuart Hall, Richard Hoggart, entre otros. El contexto en el cual emergen los Estudios Culturales ingleses contemporáneos se remonta al momento de la posguerra, cuando se producen importantes cambios culturales, económicos y políticos propios del Estado de Bienestar en Inglaterra. La expansión de las oportunidades de la educación luego de la guerra y la extensión de la educación de los adultos tuvieron efecto sobre las clases subalternas que no habían heredado la tradición intelectual. Justamente, Williams, Hoggart y Hall trabajaron en la educación para adultos. Esta circunstancia motivó un interés creciente por comprender las formas de la vida diaria, el estudio de la cotidianidad, en la cual parecen encontrarse los rasgos de una cultura persistente de la clase trabajadora frente a la creciente expansión de la cultura de masas o mercado.
Williams proviene de la clase obrera y también dedica sus años de inicio intelectual a la educación de adultos como tutor para la Universidad de Oxford.
Los aportes de Raymond Williams a los estudios de la comunicación se vinculan, fundamentalmente, a su postura superadora en relación a una historia de la comunicación centrada en las técnicas, las herramientas o aparatos, que él concibió como un “determinismo tecnológico”, y que lee la evolución humana en términos de desarrollo de los avances tecnológicos. (Propuesta de Marshall Mc. Luhan). Tal postura adscribe a la tecnología un conjunto de intenciones y efectos independientes de la Historia.
A contrapelo de esta tradición en los análisis de los medios, Williams sostiene que el desarrollo tecnológico encuentra su espacio sólo en la medida en que se vincula con el orden social de una época; responde a ciertas necesidades sin las cuales tal desarrollo no se hubiera producido; a su vez, las nuevas modalidades comunicativas provocan efectos en las conductas de las audiencias, generan procesos sociales y culturales –su reproducción o transformación- que son variables a través de tiempo. El producto de esa relación (tecnologías sociedad/cultura/) es lo historizable.
Por ejemplo, cuando surge la escritura, surge una nueva técnica de la comunicación, otro medio para la transmisión de mensajes. Pero las contribuciones de la escritura no se quedan ahí, también aporta al desarrollo de la economía, permite cuantificar y registrar la producción. Desde este punto de vista, Williams señala que la escritura facilita “la identificación de mercaderías, el registro de tipos y cantidades de bienes, el cálculo de beneficios y pérdidas”.
La escritura, en su avance constante, desencadena cambios tecnológicos acordes a las transformaciones en los sistemas de comunicación (poco a poco, se desarrolla el barro, el papiro, el pergamino, el papel, y hoy la computadora).                                                                                                                                                                                                           En este aspecto que atañe a los cambios tecnológicos, Williams hace una diferencia entre técnica y tecnología:
La técnica de la escritura es una cosa, pero la tecnología de la escritura implicó, no sólo el desarrollo de instrumentos y materiales de escritura, sino también el desarrollo de un cuerpo amplio de conocimientos, y especialmente de la habilidad para leer, que en la práctica, era inseparable de las formas más generales de organización social.  (Williams, Vol. II, 1981:190).
En opinión de Williams, la escritura como sistema constituye:
…un paso trascendental en la historia de la humanidad. Nos permitió liberarnos, no sólo de las limitaciones del tiempo y del espacio en la transmisión de mensajes, sino también de las limitaciones de lo que un hombre podía pensar y recordar en la adquisición de conocimientos. (Williams, Vol.I, 1981:64).
 La escritura permite al hombre que sus ideas - sin su presencia física - puedan llegar a otros hombres e intercambiarse, independientemente del espacio físico y del tiempo. En primera y en última instancia, la escritura hace que el hombre avance en su pensamiento.
Hoy estamos presenciando cambios trascendentales en los sistemas de comunicación, como lo fue en su momento la creación de la escritura, luego la imprenta, y en este siglo, la computadora. Aunque las Nuevas Tecnologías de la Información sean un componente vital, en última instancia, son una parte de la producción social, que es la que está sufriendo la gran transformación. De esto se deduce – según Williams- que “ningún adelanto tecnológico existe por sí mismo, sino que lo hace en función de las circunstancias en las que se encuentra inmerso”.
Para comprender los medios de comunicación, su tecnología y su producción, se debe historizar, se debe considerar su articulación con el conjunto específico de
intereses dentro de un orden social; tal articulación debe ser leída en sus cambios a través del tiempo.
Por ello, una historia material de la cultura y una historia cultural de la comunicación, deben restablecer los diferentes momentos culturales y sus “estructuras de sentimiento”;
El concepto de estructura de sentimiento sirve para caracterizar la experiencia de la cualidad de la vida en un tiempo y espacio determinado, es la cultura de un momento histórico particular, evoca un conjunto común de percepciones y valores compartidos por una generación. La estructura de sentimiento es una cultura vivida y experimentada por un grupo, sólo accesible a éste y con la posibilidad de ser observada con la ayuda del tiempo.
La Historia debe  ser analizada como un proceso de cambio dinámico; las estructuras de sentimiento cambian históricamente y emergen formas dominantes pero también opositoras. El proceso histórico es siempre un proceso cambiante y en movimiento, considerando que las prácticas pueden ser dominantes, residuales o emergentes.
Lo dominante implica aquello que  es caracterizado por los rasgos de un sistema cultural; lo residual es lo que ha sido formado efectivamente en el pasado, pero  todavía se halla en actividad dentro del proceso cultural (no sólo como elemento del pasado sino como un efectivo elemento del presente); lo emergente son los nuevos significados y valores, nuevas prácticas, nuevas relaciones y tipos de relaciones que se crean continuamente.
Williams pone el acento en la noción de conflicto, diferencia y contradicción, hace hincapié en la capacidad humana de cambio por sobre sus determinaciones.
Su argumento de que una cultura está compuesta por un conjunto de relaciones entre formas dominantes, residuales y emergentes es un modo de enfatizar la cualidad desigual y dinámica de un momento determinado; representa un alejamiento de los análisis de épocas históricas donde los períodos o estadios de la historia se suceden unos a otros y cada época se caracteriza por un modo dominante o espíritu de tiempo. Cada época no sólo consiste en diferentes variaciones o estadios, sino que cada punto está compuesto también por un proceso de relaciones dinámicas y contradictorias en el juego de las formas dominantes, residuales y emergentes. Esto abre un espacio para analizar el rol que las identidades y los movimientos subversivos y de oposición desempeñan en la cultura dominante, y cuál es su eficacia para cambiarla.
Ni las relaciones residuales o emergentes existen de manera simple, “dentro de” o “junto a” la cultura dominante. Se verifican procesos de tensión continua, que pueden tomar tanto la forma de la incorporación, como de la oposición dentro de ella. Las formas residuales son diferentes de las arcaicas porque aún están vivas, tienen uso y relevancia dentro de la cultura contemporánea; representan a una institución o a una tradición que aún está activa como memoria en el presente, y puede tanto apoyar la cultura dominante como proporcionar los recursos para una alternativa o una oposición a ella. El surgimiento del extremismo religioso en diversas partes del mundo es un ejemplo de forma residual que desafía a la hegemonía del capitalismo liberal en Occidente.
Por ejemplo, mucho después del surgimiento de la escritura como medio, seguían desarrollándose prácticas de comunicación oral, que interactuaban con el texto escrito o lo utilizaban como fuente. Otro ejemplo lo constituye el periodismo escrito, una forma comunicativa residual pero activa, aún vigente en la época de internet.
La Historia material de la comunicación propuesta por Williams, se inscribe en el marco del materialismo cultural, un método de análisis desde el cual se intenta observar las implicaciones de la cultura dentro de procesos históricos y de cambios sociales. Desde esta postura, Williams discute al marxismo ortodoxo por distintas razones: la reducción de la superestructura a un mero reflejo de la base material, la abstracción del proceso histórico, la visión de las necesidades humanas como meras necesidades económicas y no sociales, la marginación de lo cultural dentro de la organización económica. Por su parte, Williams verá que todas las prácticas son sociales y que contienen elementos tanto materiales como simbólicos; señalará la importancia del componente material, la materialización de lo simbólico en la base de la vida material y de la experiencia social y, por lo tanto, su presencia dentro de las relaciones sociales y productivas. Su texto Marxismo y Literatura se puede ver como una respuesta al marxismo de la época, que tiende a privilegiar la base económica, a ver a la cultura como un simple reflejo y que constituye una visión mecanicista del cambio cultural.
Sin embargo, existe un vínculo entre materialismo cultural y materialismo dialéctico e histórico: el concepto de materialismo cultural es materialista porque sugiere que los artefactos, las instituciones y las prácticas culturales están, en cierto sentido, determinados por procesos “materiales”; es cultural porque insiste que no hay una realidad cruda y material más allá de la que sustenta la cultura, la cual, en sí misma, es material.
De esta manera, Williams acepta “la fuerza organizadora del elemento económico” pero enfatizando los problemas “superestructurales” como históricos, es decir, que no son reflejo de cierta estructura económica, sino más bien la interacción de elementos complejos, en donde conviven rupturas y continuidades e incluso autonomías limitadas.
Williams concibió al materialismo cultural como un método y como un término crítico; si bien no negó su origen y extracción marxista, fue insistente en el hecho de evitar nociones rígidas. El materialismo cultural se desarrolla a partir del materialismo histórico, pero es crítico respecto del  determinismo económico, y, en particular, de la división jerárquica Base/Superestructura, por la cual las instituciones políticas, las formas culturales y las prácticas sociales se ven en tanto reflejos y están gobernadas por fuerzas o relaciones económicas. Williams destaca la necesidad de que se considere a la “base” y a la “superestructura” como un proceso que incorpora diferentes tipos de relaciones, más que como una estructura invariable. Subraya la importancia de desarrollar una teoría del poder y de la ideología que pueda abarcar una gama de formas de producción. Se pregunta, por ejemplo, por qué el pianista debe ser considerado menos productivo que el fabricante del piano.
El Materialismo cultural sostiene que toda la teoría de la cultura (no sólo la marxista) que presuponga una diferencia entre arte y sociedad, o literatura y contexto, o comunicación y economía, está negando que la cultura –sus métodos de producción, sus formas, instituciones y tipos de consumo- son centrales para la sociedad. Las formas culturales nunca deben verse como textos aislados, sino incorporados dentro de relaciones y procesos históricos-materiales que los constituyen y dentro de los cuales desempeñan una función esencial.
El argumento de Williams sobre que los medios de comunicación son esencialmente medios de producción, en lugar de estar subordinados a un proceso primario más “real”, es crucial para esta perspectiva. La comunicación humana (sean las formas naturales, como el habla, las canciones, la danza y el teatro o los medios tecnológicos) es socialmente productiva en sí, dado que es reproductiva; además, es similar a otros procesos productivos. Las tecnologías de producción cultural tienen una función crucial en la modelación de formas e instituciones culturales, pero no las determinan.
En cuanto a la comunicación y los medios, hay que considerar cómo la de Williams supera la visión canónica de la comunicación. Primero, la convencional (el modelo de Lasswell) caracterizada por una visión claramente lineal, por una perspectiva más “tensa” , en la que la comunicación se entiende como proceso de negociación e intercambio de significados, a través de los cuales interactúan las “realidades y personas dentro de culturas”, lo que permite la emergencia y producción de significados.
La noción de comunicación tiene en Williams una perspectiva materialista y cultural que renuncia a determinismos tecnológicos. La cultura posee una dimensión individual y colectiva de significados, valores, implica concepciones del mundo, formas de sentir y actuar, las cuales se encarnan en el lenguaje y se enmarcan dentro de las instituciones sociales concretas, determinadas por circunstancias materiales.
La historia de los medios de comunicación se relaciona con la historia de la producción cultural, la cual se encuentra vinculada a las condiciones materiales de las instituciones sociales, a las relaciones con distintas fuerzas de producción, a las formas sociales particulares y al desarrollo simbólico de la sociedad.
En su libro Historia de la Comunicación, Williams sostiene que “todas las sociedades dependen de los procesos de comunicación y, en un sentido importante, se puede decir que se fundan en estos”. También se refiere a los usos que el hombre ha dado históricamente a los sistemas de comunicaciones y expresa que “lo que ha alterado nuestro mundo no es la televisión, ni la radio, ni la imprenta como tales, sino los usos que se les da en cada sociedad”. Cuando reflexionamos sobre estos inventos - que nos demostraron ser eficaces -, estamos replanteando la forma de pensar la comunicación. Más específicamente, el intentar entender las comunicaciones  siempre como una forma de relación social, y los sistemas de comunicaciones como instituciones sociales.
El interés creciente de Williams por el estudio de la comunicación y el universo tecnológico que lo constituye está presente tanto en el libro Comunications como en Televisión: tecnología y forma cultural. Una idea más o menos explícita  recorre estos textos: la tecnología con que un determinado acontecimiento cultural (libro, obra de teatro, programa de televisión) es producido, impone o determina nuevas formas de expresión y de elaboración. Por lo tanto, el contenido está intrínsecamente relacionado con la estructura que lo produce. Justamente en este trabajo de 1974, focaliza su atención de modo específico en los programas de televisión, analizando la estructura tecnológica del medio y cómo ésta trabaja para determinar formas características de la televisión.
Su idea es aún más interesante cuando la vemos con mayor profundidad: Williams sostiene que más allá de las distinciones que se pudieran realizar entre programas a través de una guía, la difusión de Tv no está organizada sobre unidades discretas (programas). Argumenta que la multiplicidad de formas de programas no está diferenciada sino que está incorporada dentro de un flujo:

Lo que se ofrece, no es, en viejos términos, un programa de unidades discretas con una particular inserción, sino un planificado flujo, en el cual la verdadera serie no es la publicada secuencia de ítems de programas sino las secuencias transformadas por la inclusión de otra clase de secuencia, así que estas secuencias juntas componen el flujo real, la real broadcasting  (difusión). (Williams; 2011: 120)

Finalmente, Williams admite que este proceder tecnológico de la televisión provoca efectos en las conductas de la audiencia, siendo esta relación variable a través del tiempo. En este análisis puede observarse cómo la crítica a lo existente y el reconocimiento de las posibilidades abiertas por las nuevas tecnologías  son parte de un mismo movimiento en la propuesta de la creación de una cultura socialista. Como toda forma histórica, las modernas formas de la comunicación están sujetas al cambio
Los medios de comunicación aparecen en la obra de Williams como una de las instituciones modernas fundamentales y claves dentro de las formas y las relaciones de producción, no sólo en sus bases económicas y tecnológicas, sino en la producción y la distribución de sistemas simbólicos que se transmiten mediante ideas, imágenes, informaciones y actitudes.

Bibliografía:

Williams Raymond 1992: “Introducción” en  Introducción a la Historia de la Comunicación Social .Vol.I. Ed. Raymond Williams. Barcelona: Bosch Comunicación. Pags. 19-43.
Williams Raymond 1992: “Tecnologías de la comunicación e instituciones sociales” en: Historia de la comunicación. Vol. II. Ed. Raymond Williams. Barcelona: Bosch Comunicación. Pags. 181-209.
Williams, Raymond 1980 [1977]: Marxismo y literatura. Barcelona: Península.
Williams, Raymond 1994 [1981]: Sociología de la cultura. Barcelona: Paidós.
Williams, Raymond 2011: Televisión: tecnología y forma cultural. Buenos Aires: Paidós.
Williams, Raymond 1975:The Long Revolution. Londres: Penguin.